Una gran cinta que dista de tener un final feliz en el que el bien prevalezca y los malos sean castigados, de hecho es desconsolador, mucho hay de discurso en el poster (muy criticado) en que dos estrellas, Naomi Watts (Eleanor Whitman) y Don Clive Owen corren apuntando armas, deberíamos interpretarlo como que pelean con el aire, o con una Hydra, a la que le cortas una cabeza y dos toman su lugar, una presencia que no puede ser derrotada, ni siquiera cuando te sales del esquema de las leyes y buscas justicia o cuando te rebajas a su nivel, lo peor es que hay algo de historia verídica en ella.
El banco para el que trabajan los villanos de ésta cinta ha dejado de ser una institución meramente financiera a buscar controlar los conflictos mundiales en una máquina de hacer dinero a través del fomento de los mismos y la reconstrucción de las naciones involucradas, agentes de diversos organismos policiales, con sus esfuerzos coordinados por la Interpol, agencia para la que trabaja (al menos en un inicio) Louis Salinger, el personaje de Clive Owen, han sido testigos y luego víctimas de operaciones del banco protegiendo sus intereses sin importar si pasan sobre insignificantes mortales como nosotros o sobre presidenciables y empresarios acaudalados, hasta que en una secuencia digna de éste thriller, las investigaciones spor fin están obteniendo resultados, cunado los encargados de ellas empiezan a seguir un poco más su instito y se salen de la línea establecida por sus agencias.
Una cinta digna de los tiempos que corren en que hoy puedes estar en Nueva York, mañana en Italia, más tarde en Suiza y así ad infinitum, una cinta de acción con un gran Clive Owen (como siempre) y una participación mucho menor de la señorita Watts, muy, muy recomendable y de appeal universal, seas un cerdo capitalista o un rojillo redomado.
El banco para el que trabajan los villanos de ésta cinta ha dejado de ser una institución meramente financiera a buscar controlar los conflictos mundiales en una máquina de hacer dinero a través del fomento de los mismos y la reconstrucción de las naciones involucradas, agentes de diversos organismos policiales, con sus esfuerzos coordinados por la Interpol, agencia para la que trabaja (al menos en un inicio) Louis Salinger, el personaje de Clive Owen, han sido testigos y luego víctimas de operaciones del banco protegiendo sus intereses sin importar si pasan sobre insignificantes mortales como nosotros o sobre presidenciables y empresarios acaudalados, hasta que en una secuencia digna de éste thriller, las investigaciones spor fin están obteniendo resultados, cunado los encargados de ellas empiezan a seguir un poco más su instito y se salen de la línea establecida por sus agencias.
Una cinta digna de los tiempos que corren en que hoy puedes estar en Nueva York, mañana en Italia, más tarde en Suiza y así ad infinitum, una cinta de acción con un gran Clive Owen (como siempre) y una participación mucho menor de la señorita Watts, muy, muy recomendable y de appeal universal, seas un cerdo capitalista o un rojillo redomado.