Desde la primera vez que vi el trailer 8corto, remolque) para ésta película me dieron ganas de verla.
Como ustedes saben yo soy un escéptico del matrimonio, y ya ni hablar de la paternidad, me parece una cuestión que requiere mucho talento el poder convivir con una persona y que la rutina, el hartazgo y la monotonía, así como las diferentes velocidades en la que avanzan esas dos personas no hagan de su existencia un infierno, y además, no sólo se necesita habilidad, también ganas, y esas, es duro admitirlo, no están presentes todo el tiempo en todos los casos.
La impresión que me había formado Revolutionary Road era que sería la historia de una pareja desde la etapa del noviazgo, la típica boda que es una inevitabilidad, los hijos y el sueño americano, para lo que su desarrollo justo a la mitad de los años 50 era poco menos que perfecto, pero no, Revolutionary Road no ocurre en un espacio tan prolongado de tiempo, son sólo unos meses, en los que ciertamente hay flashbacks al inicio de la relación entre estos personajes, y los hijos son menos que anécdotas, al menos los que ya tienen.
Cierto es que hay un evidente cansancio en el matrimonio, pero el personaje de Kate Winslet (es apenas ahora que le llega el reconocimiento de que es una gran actriz a carretadas ) en la noche que su esposo, interpretado por el suertudo Leonardo DiCaprio, cumple 30 años le revela un plan que mucha gente juzga inmaduro, difícil, e irreal, lo cual hizo sonar un timbre, pues por aca también se está cocinando un plan semejante, con un matrimonio vecino que envidia y desdeña sus posibilidades, y su pregunta acerca de vivir en Francia, ¿Y para qué?, es justo en éste entorno, cuando Frank y April Wheeler parecen confirmar su sospecha de que siempre han sido diferentes al resto de sus vecinos, que ellos sólo están actuando un papel por un breve periodo de tiempo y que el cambio de entorno les ayudara a demostrarlo, pero, sus planes se derrumban a partida doble, cuando a Frank, por accidente comienzan a lloverle aplausos y ofertas en su trabajo, en el que hasta el día de hoy se había dedicado a sobrevivir, mientras que un nuevo embarazo de April, quien está más que dispuesta a abortarlo, con tal de no arruinar aún más su vida, parece cancelarlo todo.
Como ustedes saben yo soy un escéptico del matrimonio, y ya ni hablar de la paternidad, me parece una cuestión que requiere mucho talento el poder convivir con una persona y que la rutina, el hartazgo y la monotonía, así como las diferentes velocidades en la que avanzan esas dos personas no hagan de su existencia un infierno, y además, no sólo se necesita habilidad, también ganas, y esas, es duro admitirlo, no están presentes todo el tiempo en todos los casos.
La impresión que me había formado Revolutionary Road era que sería la historia de una pareja desde la etapa del noviazgo, la típica boda que es una inevitabilidad, los hijos y el sueño americano, para lo que su desarrollo justo a la mitad de los años 50 era poco menos que perfecto, pero no, Revolutionary Road no ocurre en un espacio tan prolongado de tiempo, son sólo unos meses, en los que ciertamente hay flashbacks al inicio de la relación entre estos personajes, y los hijos son menos que anécdotas, al menos los que ya tienen.
Cierto es que hay un evidente cansancio en el matrimonio, pero el personaje de Kate Winslet (es apenas ahora que le llega el reconocimiento de que es una gran actriz a carretadas ) en la noche que su esposo, interpretado por el suertudo Leonardo DiCaprio, cumple 30 años le revela un plan que mucha gente juzga inmaduro, difícil, e irreal, lo cual hizo sonar un timbre, pues por aca también se está cocinando un plan semejante, con un matrimonio vecino que envidia y desdeña sus posibilidades, y su pregunta acerca de vivir en Francia, ¿Y para qué?, es justo en éste entorno, cuando Frank y April Wheeler parecen confirmar su sospecha de que siempre han sido diferentes al resto de sus vecinos, que ellos sólo están actuando un papel por un breve periodo de tiempo y que el cambio de entorno les ayudara a demostrarlo, pero, sus planes se derrumban a partida doble, cuando a Frank, por accidente comienzan a lloverle aplausos y ofertas en su trabajo, en el que hasta el día de hoy se había dedicado a sobrevivir, mientras que un nuevo embarazo de April, quien está más que dispuesta a abortarlo, con tal de no arruinar aún más su vida, parece cancelarlo todo.
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Esa coyuntura, la de quedarse y tener un hijo más, o abortar e irse, hace que April se de cuenta de que no ama a Frank, que su vida ha sido más una consecuencia de la inercia que de un plan y decide intentar el aborto después de las 12 semanas de gestación, pero, muere en el intento, en su lucha por escapar de esa vida que no eligió y no le brindaba satisfacciones, mientras que cuando queda viudo, Jack se vuelca en sus hjos y en su traajo, muriendo por dentro.
La obra toca temas que no son evidentes para los espectadores que nunca se han detenido a reflexionar en lo que quieren de la vida, en cuál es la mejor ruta (no hay tal), en la expectativas sobre el amor, el matrimonio y el trabajo.
Sam Mendes, ya nos había entregado American Beauty (belleza americana) otra cinta en la que con una mirada critica disecciona a la familia norteamericana, esos zombies de los suburbios que viven rodeados de comodidades, una existencia que tal vez no les proporciona felicidad, pero que muchos asumen como lo mejor que hay.
Por ello, dos personas de formaciones semejantes y posiciones semejantes pueden tener opiniones diametralmente diferentes sobre la cinta, que no concluye sobre lo que "hubiera sido lo mejor", esa parada y reflexión sobre la vida, o esa frase tan gastada de "el proyecto de vida" son lo que hace que unos opinen que es una apuesta descarada por el Oscar, y otro, tal vez los que conocían la obra de Yates en que se basa, o que si se han preguntado si las decisiones fueron las adecuadas, los que la encuentran, perturbadora, pero lejos de quere dar una guía.
La obra toca temas que no son evidentes para los espectadores que nunca se han detenido a reflexionar en lo que quieren de la vida, en cuál es la mejor ruta (no hay tal), en la expectativas sobre el amor, el matrimonio y el trabajo.
Sam Mendes, ya nos había entregado American Beauty (belleza americana) otra cinta en la que con una mirada critica disecciona a la familia norteamericana, esos zombies de los suburbios que viven rodeados de comodidades, una existencia que tal vez no les proporciona felicidad, pero que muchos asumen como lo mejor que hay.
Por ello, dos personas de formaciones semejantes y posiciones semejantes pueden tener opiniones diametralmente diferentes sobre la cinta, que no concluye sobre lo que "hubiera sido lo mejor", esa parada y reflexión sobre la vida, o esa frase tan gastada de "el proyecto de vida" son lo que hace que unos opinen que es una apuesta descarada por el Oscar, y otro, tal vez los que conocían la obra de Yates en que se basa, o que si se han preguntado si las decisiones fueron las adecuadas, los que la encuentran, perturbadora, pero lejos de quere dar una guía.
Hay secciones que están en el trailer que en la edición desaparecieron de la versión de teatro, pero se pueden inferir, lo que ayuda a que la cinta sea más breve y no presuma que sus espectadores necesitan que les lleven de la mano.
Atención al personaje de Michael Shannon, un matemático que ha perdido la cordura